miércoles, 21 de noviembre de 2012


Sea a quién sea que se le pregunte sobre los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, la respuesta siempre será la misma: "Los Juegos del boicot". Una de las tantas intromisiones políticas en la trayectoria olímpica, que en esta oportunidad destruyó las esperanzas y los esfuerzos de cerca de 1.500 atletas, al no participar 62 países de los 143 reconocidos hasta ese momento por el Comité Olímpico Internacional. 
Una novela, mezcla de amor y odio, une la designación de la sede con el definitivo boicot. El 22 de octubre de 1974, día anterior a la elección de la sede, el periódico londinense Daily Mirror publicó: "Un pacto secreto entre Richard Nixon y Leonid Brezhnev, en apoyo a la política de distensión, asegura que mañana Moscú será elegida como sede contra Los Ángeles, su única rival". 
A la hora de sumar los votos, el resultado le daba veracidad a lo publicado por Daily Mirror, cuya versión nunca fue desmentida, porque Moscú obtuvo 48 votos y Los Ángeles sólo 12. Pero, cinco años más tarde, el 25 de diciembre de 1979, la Unión Soviética invadió Afganistán y la distensión se transformó en enemistad. 
El presidente Jimmy Carter declaró en enero de 1980: "Ir a los Juegos Olímpicos de Moscú sería como poner un sello de aprobación a la política exterior de la URSS. El COI debería cambiar la sede". La respuesta del titular del COI, Lord Michael Killanin, fue contundente: "Sólo una Tercera Guerra Mundial puede impedir que Moscú sea la sede". 
La situación estaba al rojo vivo. En los primeros días de mayo, casi a dos meses de la inauguración, Killanin entrevistó la Brezhnev en el Kremlin y, luego, a Carter en la Casa Blanca. Este último, le expresó: "O retiran las tropas... o retiro a los atletas". No hacían falta más palabras. El boicot estaba declarado. 
El 24 de mayo vencía en el plazo de inscripción y el problema era para cada Comité Olímpico Nacional. El Consejo Olímpico Europeo recomendó acudir, pero sin banderas ni himnos. Hubo reacciones en pro y en contra. Gran Bretaña, Francia, Holanda, Dinamarca, Suecia, Suiza, Grecia, Austria e Italia decidieron participar en esas condiciones. 
La República Federal de Alemania, Bélgica, Finlandia, Japón y China se adhirieron a la no asistencia y España concurrió como apoyo a la candidatura de presidente del COI del catalán Juan Antonio Samaranch. En tanto, Australia dio libertad a sus atletas de decidir individualmente ir o no ir. 
De Latinoamérica asistieron Cuba, México, Brasil y Venezuela, entre otros, mientras que la Argentina se unió al boicot. La URSS, por su parte, subvencionó el traslado a varios países para tratar de reclutar la mayor cantidad de participantes. De esa manera, consiguió totalizar 81, contabilizando a los del bloque europeo oriental, pero ese total se redujo a 80, porque Liberia se retiró después de la ceremonia inaugural. Lo que no pudo recuperar fueron los ingresos perdidos por el retiro de sponsors y la falta de turistas. 

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